SEGUNDA PARTE
Llegados
a la atmósfera de la tierra, el sol, que alumbra más que nunca por la limpidez
azul y luz que daban las interminables columnas de espíritus puros, apenas el
sol era un crepúsculo ante tanta Majestad.
En ese instante, se formaron dos grandes anillos cruzados que envolvían la
tierra, con los espíritus de la cosmogonía. De la encrucijada o vértice, el
Espíritu de Verdad colgó su ancla, dejándola caer hasta la mesa del Tribunal en
la tierra, sobre el acta (que ya se encontraba labrada sólo a falta de firmar),
y quedaron constituidos arriba, los tres tribunales espirituales, el de
derecho, el permanente y el de justicia, formando el triángulo. El Espíritu de
Verdad dijo en toda su Potencia y Majestad..."¡Hijos de la tierra!...Venid
a juicio, la hora es llegada"...
Cuadros terribles se veían en ese instante; todos los hechos de los hombres
pasaban a la vista de todos. Querían cubrirse para no mirar y huir, pero en
vano; había que verlo, leerlo, acusarse en verdad cada uno a sí mismo; y mayor
era la estupefacción, conociéndose los hombres de esta existencia, en todas sus
anteriores, viéndose antropófagos, verdugos o tiranos. Pero el momento más
terrible fué al llegar el martirio del Gólgota, que era en la misma hora que
los sacerdotes lo celebraban en sus iglesias: aquí querían no ser, mejor que
verse acusados en sus conciencias y llegó el estupor al máximo, al ver que las
cuentas de todos habían llegado al día presente ajustadas y se veían
completamente desnudos, todos los que se creían supremáticos; querían romper
lanzas con los que tan miserables creían; los trabajadores. Ellos, que en
espíritu se veían desnudos y con sus cuentas sin pagar, estando sus cuerpos
vestidos de púrpura y oro, o de un correcto frac, u otras vestimentas
supremáticas, viviendo bajo torres y cúpulas que en aquel momento solo servían
para acusarles y aun no se desengañaban de su impotencia.
Pasada su historia ante la vista de cada uno, el juez, rememoró, cómo en todos
los tiempos se les había avisado y que al fin, les sorprende el juez
desprevenidos. Pero que no teman; pues no van a oír la terrible voz de "Id
malditos al fuego eterno", porque el Padre es todo amor y tiene sus
moradas hospitales preparadas, las que se os muestran en este acto para que aun
podáis asiros al ancla, acatando la ley única de amor, que nos da en el Código
nuevo.
En ese instante, el gran Dante con otros muchos, arrastró a todos a los mundos
primitivos y no a todos les horrorizó. Ahora se les concedió la defensa,
haciéndolo uno por todos los que no acataron, que fueron separados a la
izquierda. Hubo grandes incidentes, siendo de notar uno, que reaccionando en
aquel acto, se destacó de la grey cristiana; y después de una arenga
hermosísima y valiente (en posesión del médium) y ya asido al ancla, desafiaba
él solo a toda la grey; y como no podían acometerle los jefes, esta impotencia,
levantó el ánimo en la deprimida grey y se le sumaron al valiente 3.755.000,
que dijeron: "Somos conformes en ser los últimos y acatamos la ley".
María entonces, seguida por Jesús y los misioneros se cubrieron su desnudez con
vestidos de luz y aun se concedió un momento de reflexión, mientras el Espíritu
de Verdad, en posesión, hablaba en el tribunal de la tierra, aclarando puntos y
declarando el juicio terminado. Eran las tres en punto cuando se firmaba el
acta.
Este fue el terrible momento: el Espíritu de Verdad descubre toda su luz y
parecía hincharse como si no cupiera en toda la cosmogonía y, de un soplo
barrió todas las tinieblas de la atmósfera. La luz de la tierra empezó a verse
en los espacios, y un... "¡Salve tierra bella, hija del sol, tus hermanos
te saludan por Eloí; eres nuestra hermana menor, nuestro Benjamín; y nuestros
amores más tiernos, son para tí. Loor al juez y su tribunal; loor a la madre de
los misioneros y sus hijos; loor a todos los trabajadores; loor y alabanzas al
maestro Espíritu de Verdad. Cantemos todos un hosanna al grande y único
Eloí!"
El
espíritu de Verdad, entre cantos y hosannas, vuelve a soplar y arrastró del
espacio a todos los que no habían acatado la ley y estaban en espíritu, dando
una transición de su presente existencia a los encarnados. Partió con su carga
asida al ancla la humanidad redimida para presentarla al Padre y volvió para
decir por boca del juez: "Consumatum est", y declaró la tierra en su
Séptimo día, dejando a Jesús en posesión del médium para declarar el estado en
que quedaba la tierra, terminándose el acto a las 5 de la tarde.
Ahora bien; lo expuesto no es más que a título de participarlo al mundo, pues
todo está escrito para darlo luego con todos sus pormenores. Entre tanto,
pensar, que todos estáis juzgados y sentenciados; y oyendo la voz de vuestro
mismo espíritu, sabréis si estáis en la ley o fuera de ella y aprovechad la
transición que cada uno tiene en su presente existencia. Si en la ley estáis,
quedaréis a disfrutar de la unión de los dos mundos (el material y el
espiritual) bajo el solo credo espiritismo; bajo la única ley de amor y con el
solo Eloí para su adoración en espíritu y verdad, cumpliendo todo lo prometido
y observando este solo mandato: "Ama a tu hermano".