La tradición oral margariteña es muy rica en cuentos, acerca de fantasmas y aparecidos, creados por la imaginación del pueblo, y,quizás, por la total oscuridad que rondaba en todos los sectores en épocas pretéritas sin alumbrado eléctrico.
Un "fantasma" muy conocido era "La Llorona", el fantasma de una mujer que perdió a su hijo y salía en las noches oscuras, sobre todo del mes de mayo, dando lamentos por no poder encontrarlo.
Durante mi niñez, escuché muchas versiones de la aparición de este fantasma, quien asustaba "al más pintao",como diría mi abuelo Mercedes.He aquí uno de esos relatos:
Un "fantasma" muy conocido era "La Llorona", el fantasma de una mujer que perdió a su hijo y salía en las noches oscuras, sobre todo del mes de mayo, dando lamentos por no poder encontrarlo.
Durante mi niñez, escuché muchas versiones de la aparición de este fantasma, quien asustaba "al más pintao",como diría mi abuelo Mercedes.He aquí uno de esos relatos:
Una noche lluviosa, mi bisabuelo Marcelo Alfonzo, tuvo que ir hasta El Valle a una diligencia urgente, salió a pie, ya que no había otra forma de transportarse, a eso de las tres de la tarde, por el camino real desde La Cruz Grande donde vivía, no pensaba quedarse mucho por allá, pues no quería lo agarrara la noche en el viaje de retorno. Marcelo era un hombre que no tenía miedo a andar por esos montes, pero no quería encontrarse por el camino nada "especial" pues.
Fue hasta El Valle, a la casa de su familiar, por allá por el lado de la caja de agua y aún, cuando era su intención no tardarse, durante el regreso, el sol se ocultó temprano y comenzó a llover.
Al llegar al recodo del sendero que seguía,no pudo pasar motivado al pantano que se había formado y tuvo que desviarse hacia la vereda que daba al paso del riachuelo, por el sector conocido como "La Guillotina", ya faltándole poco para llegar a su casa. Trató de pasar el río, pero en ese momento la lluvia arreció y no le quedó más remedio que guarecerse en una pequeña choza que había en una tejería cercana, que a esa hora estaba vacía y silenciosa. Marcelo esperó un rato mientras la lluvia caía más fuerte y, de repente, pudo ver a lo lejos a una mujer que se acercaba corriendo con un niño. Pudo verla cuando entró a la casita de barro donde guardaban los adobes hechos de arcilla.Pensó que era muy tarde para que una mujer andara sola con un niño en brazos por ese rumbo,y además, con ese chaparrón que no amainaba, pero algo le hizo poner los pelos de punta,al tratar de verle la cara y no encontrársela,Marcelo se agazapó debajo de las mesas donde estaba muy asustado y, no hizo ruido, para que la mujer no lo viera.Ésta estaba vestida totalmente de blanco, con un paño tapaba su cara cadavérica, sacó un chinchorro y lo ató a la viga del techo, acostó al niño y comenzó a mecerlo muy fuertemente. El niño lloraba y la mujer comenzó a lanzar lamentos estremecedores que hicieron encogerse aún más a Marcelo en su escondite. Este trató de tapar sus oídos pero, el grito de la mujer era ensordecedor. El miedo se apoderó del caminante, quien, en un instante de valentía, saltó y corrió pasando el riachuelo sin mirar atrás mientras, La Llorona, al verlo en carrera, gritó aún más y su lamento parecía estar en todo el espacio. Marcelo corrió, corrió y su casa parecía cada vez más lejos, sin embargo al llegar a la entrada del pueblo algunos conocidos le ayudaron y pudieron escuchar en "los elementos" el llanto de la Llorona.
Marcelo no pudo pararse en varios días por la fiebre tan alta que le ocasionó La Llorona, pero no se le ocurrió entrar a guarecerse de la lluvia en ninguna parte más nunca, así se cayera el cielo de tanto llover no se detendría hasta llegar a su casa.
Así me lo contaron mis abuelos que pasó en Margarita, por el año de 1890 según, y yo se los cuento a Uds.
Fue hasta El Valle, a la casa de su familiar, por allá por el lado de la caja de agua y aún, cuando era su intención no tardarse, durante el regreso, el sol se ocultó temprano y comenzó a llover.
Al llegar al recodo del sendero que seguía,no pudo pasar motivado al pantano que se había formado y tuvo que desviarse hacia la vereda que daba al paso del riachuelo, por el sector conocido como "La Guillotina", ya faltándole poco para llegar a su casa. Trató de pasar el río, pero en ese momento la lluvia arreció y no le quedó más remedio que guarecerse en una pequeña choza que había en una tejería cercana, que a esa hora estaba vacía y silenciosa. Marcelo esperó un rato mientras la lluvia caía más fuerte y, de repente, pudo ver a lo lejos a una mujer que se acercaba corriendo con un niño. Pudo verla cuando entró a la casita de barro donde guardaban los adobes hechos de arcilla.Pensó que era muy tarde para que una mujer andara sola con un niño en brazos por ese rumbo,y además, con ese chaparrón que no amainaba, pero algo le hizo poner los pelos de punta,al tratar de verle la cara y no encontrársela,Marcelo se agazapó debajo de las mesas donde estaba muy asustado y, no hizo ruido, para que la mujer no lo viera.Ésta estaba vestida totalmente de blanco, con un paño tapaba su cara cadavérica, sacó un chinchorro y lo ató a la viga del techo, acostó al niño y comenzó a mecerlo muy fuertemente. El niño lloraba y la mujer comenzó a lanzar lamentos estremecedores que hicieron encogerse aún más a Marcelo en su escondite. Este trató de tapar sus oídos pero, el grito de la mujer era ensordecedor. El miedo se apoderó del caminante, quien, en un instante de valentía, saltó y corrió pasando el riachuelo sin mirar atrás mientras, La Llorona, al verlo en carrera, gritó aún más y su lamento parecía estar en todo el espacio. Marcelo corrió, corrió y su casa parecía cada vez más lejos, sin embargo al llegar a la entrada del pueblo algunos conocidos le ayudaron y pudieron escuchar en "los elementos" el llanto de la Llorona.
Marcelo no pudo pararse en varios días por la fiebre tan alta que le ocasionó La Llorona, pero no se le ocurrió entrar a guarecerse de la lluvia en ninguna parte más nunca, así se cayera el cielo de tanto llover no se detendría hasta llegar a su casa.
Así me lo contaron mis abuelos que pasó en Margarita, por el año de 1890 según, y yo se los cuento a Uds.
Me mantuvo en suspenso desde el inicio. Excelente.
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