Los seres al dejar el plano material, pasan a uno espiritual donde las necesidades de la materia pasan a segundo lugar.
Este cuento es sobre una mujer que, durante muchos años, tuvo algunas posesiones materiales que no quería dejar luego de su desencarnación o muerte, como muchos acostumbran a llamarle, el paso al más allá,se aferraba a sus posesiones sin darse cuenta que ya no le eran de utilidad..
La tía de una amiga, enfermó de una dolencia muy grave,durante los meses y días que luchó contra ella, adquirió una mecedora muy cómoda que le permitía mecerse en su habitación cuando le daban los fuertes dolores. Donde iba llevaba su mueble para poder sentarse y disfrutar de los pocos momentos de solaz en su convalecencia. Ella amaba su mecedora y justo fue el lugar donde dio su último suspiro.
Luego de su desaparición física, el esposo de la señora le regaló a su sobrina el mueble para que la tuviera en la casa y pudiera dormir a la niña, ya que la dueña de la misma quería muchísimo a su sobrina y el señor pensó que en las manos de ella estaría mejor que guardando polvo en el desván.
La joven, llevó el mueble a su hogar y la instaló en la habitación de la niña. Pero, comenzó a notar que, cada vez que la usaba, la mecedora continuaba moviéndose como si alguien lo hiciera. Al principio no le dio mucha importancia hasta que una noche, luego de dormir a la niña, "vio" a su tía difunta sentada en ella. La muchacha se llevó un gran susto y decidió regalar la mecedora a otro familiar.
Por circunstancias de la vida la llevaron a mi casa, mi tía decidió colocarla en el comedor, y cada persona que llegaba a conversar con ella sentía fascinación con el mueble por ser muy bonito, y por supuesto se sentaba en la susodicha mecedora,pero mi tía, que tiene el don de "ver" a quienes ya no están con nosotros, observaba a la "dueña" decirle que no le gustaba que nadie se sentara en su mecedora, que el próximo que se sentara sobre "ella" le haría enfermar, que le molestaba mucho que cualquiera usara su mueble que era solo de ella y de nadie más. Varias personas sentían que le pinchaban o daban golpes en la espalda que casi le hacían caer.
Mi tía a veces se sentaba pero, comenzó a sentirse mal de salud, y "escuchaba" al espíritu de la sra decirle que haría "cosas" al que se sentara allí. Así que decidió colocar el mueble en un lugar de la sala que nadie usa y, el fantasma ahora está agradecido de que ya nadie se "siente" sobre sus rodillas.
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