Jamás pronuncies palabras que desanimen a tu compañero en el camino del bien.
No eches sobre los demás el veneno que haya penetrado en tu alma.
Si tienes alguna decepción, dile que estás sufriendo, pero no desalientes su alma.
El desaliento es un veneno.
¡No envenenes a tus amigos!
Dales alegría, el mejor remedio para los hombres, capaz de curar todas las heridas.
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