No te canses jamás de hacer el bien.
Cada vez que nos detenemos, nuestra alma comienza a experimentar la rigidez cadavérica.
El alma inactiva muere de tedio y cansancio. No dejes que tu espíritu se sumerja en la inacción.
Vive alegre y entusiasta y emplea todas tus fuerzas para el bien, el amor, distribuyendo cariño a los que te rodean en la vida.
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