Si tienes que discutir, hazlo con serenidad.
Piensa que tu adversario tiene los mismos derechos para hacerse oír.
Escúchelo con la misma atención con que quieres ser escuchado.
No acapares la discusión: los derechos de él son iguales a los tuyos.
Y quizás, muchas veces, la razón está de su parte.
Por lo tanto, discute con serenidad y conquistarás fama de sabio y de hombre bien educado.
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